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Un buen amigo es un tesoro

Buenas!! Sí, ya lo sé, mucho tiempo de silencio, me echabais de menos. Mentira, no me echabais de menos, pero bueno, pensarlo es tan bonito. En fin, tras mucho tiempo sin saber sobre qué escribir, se me ha ocurrido al fin un tema. Un buen tema. La amistad.

Curioso concepto, la amistad. Es algo muy abstracto, muy indefinido, que cambia con el paso de los años. Los amigos de antaño pueden ser ahora gente que no nos caiga bien, y viceversa. A nivel personal, he pensado largo y tendido sobre la amistad y los amigos. Dejadme usarme de ejemplo para ilustrar este concepto tan cambiante.

Cuando somos pequeños, preescolares, de menos de 3 añitos, nuestros amigos son nuestros compañeros de juegos, aquellos otros niños con los que nos gusta jugar, con los que jugamos al escondite, al pollito inglés y a la pelota. Esos niños que a pesar de que nos peguemos con las manitas, olvidamos que ha pasado y seguimos jugando. Porque, como se suele decir, son cosas de niños.

Un poco más grandes, con 6 años, el amigo ya no es solo esa persona con la que juegas, sino es como tu compañero de... mm... trastadas, por así decirlo. Tu "compañero de aventuras". Esta etapa es la más bonita de la amistad, en la que uno cree que las amistades que tengas nunca desaparecerán, que siempre seréis amigos.

Avancemos a la pubertad. 12 años. Las cosas se complican. Los amigos son confidentes, consejeros, compañeros de juerga, etc. Es la época de la ebullición de la amistad. Todo se caldea, y a veces, se cometen errores sin vuelta atrás, de los que no sentirse orgulloso (me incluyo en este grupo).

Y si seguimos avanzando, el concepto de amistad se sigue enrevesando, complicando, haciéndose más y más díficil de distinguir. Uno de los problemas principales a mi gusto, es la falta de palabras para designar a los amigos. De nuevo, dejadme explicar.

Todos hemos estado en una pandilla de amigos. Todos tenemos gente en esa pandilla con la que nos llevamos mejor, y gente con la que nos llevamos peor, llegando en algunos casos inclusos a chocar. Las personas con las que nos llevamos bien, son, claramente, nuestros amigos. ¿Y las que menos? Pertenecen a nuestra pandilla de amigos. Salimos con ellos. Los tenemos en facebook y twitter. ¿Y qué nombre les damos? Estoy seguro de que alguno ya sabe por dónde voy. ¿Llamar igual a una persona con la que me lleve bien y a otra persona con la que a duras penas logro llevarme?

Pero bueno, ese es uno de los problemas. Sin embargo, en contra de lo que yo mismo pensaba hace bastantes años (mi año de 2º de la ESO, para ser más concretos), quien tiene un buen amigo tiene un tesoro. Eso es innegable. Sin embargo, de forma personal, a mí me gusta más ver una amistad como una pequeña semilla, que debemos regar, cuidar, preocuparnos de ella, y mimarla, para que se convierta en un árbol fuerte. Esta visión debo decir que me la han enseñado con el ejemplo, la verdad. Pero sin embargo, me parece muy cierta. Y, al igual que toda planta, una amistad puede ser destruida. A más fuerte sea la amistad, más aguantará. Sin embargo, hasta el árbol más fuerte termina cayendo ante unos hachazos certeros. Tener un buen amigo es un tesoro; cuidar de un amigo, un deber.

En cuestión de amigos, he pensado largo y tendido, pero soy el más inexperto de los que no saben nada. Soy muy negado en cuestiones de amistad. Realmente negado. Increíblemente negado. Los amigos que tengo ahora han hecho más de su parte por aguantarme de lo que yo jamás llegaré a pensar.

Aun así, a pesar de todo, la experiencia me ha enseñado una cosa: un buen amigo es un tesoro. Un gran tesoro. De incalculable valor. Un tesoro que debemos cuidar, mimar, mantener, preocuparnos por él. Cada uno dentro de sus posibilidades y personalidades, obviamente. Y cada uno espera de su buen amigo una cosa: algunos buscan atención; otros, consuelo; otros solo quieren consejo; algunos solo buscan pasarlo bien; y otros quieren todo lo anterior.

Este es el gran motivo por el que resulta imposible definir la amistad, el motivo por el que cada amigo es distinto del anterior y del siguiente. Y, aunque sea inexperto, negado e inútil en amistades, es verdad lo que dicen. ¿No sabéis que dicen? Un buen amigo es un tesoro.



PS: A todo aquel que me llama amigo, por soportarme, aguantarme y guiarme, siendo consciente o no de ello, gracias.