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Cambios

Buenas, buenas! Ya estoy de vuelta tras un verano de descanso. a sabéis como es eso de las vacaciones: tienes muchos proyectos, y antes de que te des cuenta, se te ha ido el verano sin terminar ninguno. Yo por suerte empecé uno, pero no es eso de lo que venía a hablaros.

En realidad, quería hablar de los cambios que nos da la vida, de como lo que ayer nos parecía certero, hoy nos parece dudoso y mañana nos puede parecer una tontería. Al menos, de los que me ha dado a mí.

Esto es un tema bastante importante para mí. A lo largo de estos últimos años, he cambiado mucho. Muchísimo. Cualquiera que haya estado conmigo estos años ha sido testigo de ello. Pasé de ser un chico callado, tímido, aburridillo, a ser la persona que soy hoy en día (que cada uno tenga su opinión sobre mí). Sin embargo, uno de los cambios más significativos para mí tuvo lugar el año pasado.

Para los que no lo sepan el año pasado falleció mi abuelo, a quién yo quería mucho. Su muerte me marcó varios meses, meses en los que los pasé realmente mal, e hice pasar igual sino peor a los que tenía a mi lado. Dicen que en los malos momentos es cuando descubres los lazos que te unen a los de tu alrededor. Que gran verdad. Sin embargo, la muerte de mi abuelo no se quedó simplemente en la ausencia de su persona. En mi caso, fue mucho más allá.

Una de las cosas que me trajo fue, por llamarlo de alguna manera, que se me cayese la venda de los ojos. No sé explicarlo bien, realmente. Imaginaros que veis el mundo a través de unas gafas de colores, por lo que hay algunos colores que se ven más, y otros menos. Y de repente, os quitan las gafas, y descubrís que los colores no son cómo vosotros creíais. Algo parecido me pasó con mi forma de ver la vida. Pasé a fijarme en detalles que antes no me habían preocupado, me sorprendía a mí mismo preguntándome cosas que nunca antes había pensado, cómo si había hecho bien al escoger la vida que había escogido (sí, con 20 años, estoy pensando si he hecho bien ya, tócate).

Pero el cambio más importante fue mi forma de ver a las personas. Cambió por completo. Antes era extremista, o muy blanco, o muy negro, no tenía demasiados grises en mi vida. Ahora, para mí todas las personas son grises. Algunas más oscuras, otras más claras. Y no sólo eso, también cambió mi forma de juzgar a las personas. Personas que antes veía grandes virtudes, vi en ellas los fallos que tenían (no significa que dejasen de tener esas virtudes, sólo que ya no me fijo en esas virtudes solo, veo el paquete completo), y personas que antes para mí solo veía fallos les encontré (y con gran alegría, debo decir) grandes valores en su interior.

Y así, en meses, todo mi mundo se dio la vuelta. No os podéis imaginar como me aterró aquello, el saber que mi mundo había cambiado por completo, y ya no era mi mundo, sino que era el mundo real (o al menos, más parecido). Soy precavido, tranquilo, me gusta poder responder a casi todos los imprevistos de mi alrededor.  de repente, BOOM! Ya nada es cómo era. Mi ejemplo más claro, yo mismo: pasé de verme como alguien al que le costaba relacionarse con el mundo a verme como una persona que puede y sabe cómo hacerlo, solo que no quiere porque cree que no puede. Vale, no soy el alma de las fiestas, pero algo es algo. Me di cuenta de mi engaño, de engaño que todo el mundo me decía que tenía y que yo no quería ver. Y de repente, lo vi, claro y nítido.

No sé cómo explicar mejor estos cambios grandes, que te revolucionan por dentro, y te mueven todo de sitio. El que lo haya sentido alguna vez sabrá de lo que hablo. En fin, con esto y un bizcocho.... a casa no llego hasta las ocho!