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Cada maestrillo tiene su... librillo

¡Y ya estamos a miércoles! Que rápido se me han pasado el lunes y el martes... cosas de que fuesen fiesta para mí. Vuelta a la universidad, a empezar nuevo cuatrimestre, y darlo todo de nuevo. A ver como se da esta ocasión, y qué profesores me tocan.

A decir verdad, creo que un tema que siempre da de qué hablar es de los profesores. Porque hay algunos que no sabes de dónde los han sacado de lo... mmm... "peculiares" que son. Si es que, hay profesores para todos los gustos y colores.

Mi ejemplo más reciente es lo que he llamado el profesor tranquilo. Este profesor es muy traaanquiloooo, es muuuuy calmaaaadoooo, respira porque se ha dado cuenta de que es necesario. Fijaros si era tranquilo y calmado, que resultaba imposible seguir el ritmo de la clase debido a que el propio profesor te dormía con su forma de hablar. Pero esto no es lo mejor. Lo mejor fue el día del examen. Nos reparten en dos aulas, a 20-22 personas por aula (no es que las clases sean chicas, que lo son, es que teníamos que hacer un examen tipo test), y empieza el profesor a repartir los folios en blanco. Tardó unos 6-7 minutos en repartir un folio en blanco a cada alumno. Para que os hagáis una idea de a la velocidad a la que hay que ir para tardar tanto, imaginaros que vais a coger un folio de un montón, y os peleáis con el montón porque no sois capaces de separar uno solo. Repetir eso 20 veces. Así de horrible fue.

Pero ahí no termina la cosa. Va a repartir los exámenes. Dos tipos de examen, cada uno en un sobre. Forma normal de repartirlos: Juntar los dos modelos de examen en un solo montón, e ir cogiendo uno de alante, uno de atrás. Forma tranquila: Abre el sobre. Logra separar un solo examen. Dale el examen al alumno. Cierra el sobre. Avanza hasta el siguiente alumno (es importante cerrar el sobre en un momento distinto al de avanzar, dado que si hacemos ambas cosas a la vez, el estrés generado por tal nivel de habilidad y coordinación podría ser causa de pérdida de... no sé, de algo). Abrir el otro sobre. Lograr separar otro examen... Y así. Exasperante. Conozco viejecitas que cruzan la calle más rápido. Menos mal, demos gracias a los dioses, que el otro profesor que da la asignatura lo vio, le quito los exámenes y se puso a repartirlos él.

Además, que no hay peor sentimiento que la espera a un examen sin poder tocar los apuntes, ni hablar, ni nada. Esos minutos desde que dicen: guardadlo todo, que voy a repartir el examen; hasta que llegan al: ya podéis darle la vuelta. Esos minutos en los que intentas usar tus superpoderes de rayos X para poder leer lo que pone en la otra cara del examen, a pesar de que no lo leas, este al revés, y no te enteres de una mierda si eres capaz de distinguir las letras. Esos minutos de pura incertidumbre, creo que para todos los estudiantes son igual de horribles.

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